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¿Alguna vez has notado una molesta carnosidad creciendo en tu ojo? Esta anomalía podría tratarse de un caso de pterigión.
Entender el concepto de este término es esencial para prevenir su aparición y tratarlo de forma eficaz en caso de que esté presente.
Por ese motivo, hoy hablaremos de cada uno de los aspectos más importantes del pterigión, para brindarte todo lo que necesitas saber sobre dicha condición. ¡Comencemos!
El pterigión, a menudo asociado a una carnosidad, es una afección ocular caracterizada por el crecimiento anormal de tejido, que se origina en la conjuntiva, la membrana transparente que cubre la parte blanca del ojo.
Este tejido, con el tiempo, puede extenderse hacia la córnea, la superficie transparente en la parte frontal del ojo. El crecimiento no suele ser canceroso, pero puede causar incomodidad y problemas estéticos importantes.
Además, en casos avanzados, el pterigión puede crecer lo suficiente como para cubrir la pupila, lo que podría llevar a una distorsión de la visión o incluso a la pérdida de la visión si no se trata de forma correcta.
Las causas exactas del desarrollo del pterigión todavía son motivo de investigación en la oftalmología.
Aunque la etiología específica no se comprende completamente, se ha identificado una asociación significativa con la exposición prolongada a la luz ultravioleta (UV).
Esta exposición puede provenir del sol, especialmente en regiones geográficas más cercanas al Ecuador o en altitudes elevadas, donde la intensidad de los rayos UV es mayor.
Entre los síntomas más comunes del pterigión tenemos:
La catarata es la opacidad del cristalino del ojo, mientras que el pterigión es un crecimiento de tejido en la superficie del ojo.
Siendo más específicos, las cataratas se caracterizan por la opacidad del cristalino, la parte del ojo que ayuda a enfocar la luz en la retina. Esta condición, comúnmente asociada con el envejecimiento, conduce a una disminución gradual de la visión, como si se mirara a través de un vidrio empañado.
A diferencia del pterigión, las cataratas no son un crecimiento sino un cambio en la claridad del cristalino, y su tratamiento principal es quirúrgico, donde el cristalino opaco se reemplaza por un implante artificial.
La pinguécula es similar al pterigión pero no se extiende sobre la córnea. Es más un cambio relacionado con la edad y menos probable que afecte la visión.
Además, la pinguécula es un crecimiento benigno, amarillento y ligeramente elevado, que aparece en la conjuntiva, la capa clara y delgada sobre la esclerótica (parte blanca del ojo).
Generalmente, se forma en el lado del ojo más cercano a la nariz y es más común en personas de mediana edad y mayores.
Aunque puede causar incomodidad y enrojecimiento, rara vez afecta la visión y su tratamiento suele centrarse en aliviar los síntomas con lubricantes oculares.
El tratamiento para pterigión comienza con medidas conservadoras, especialmente en las etapas iniciales.
Los lubricantes oculares, como lágrimas artificiales, pueden ayudar a aliviar la sequedad y la irritación, proporcionando un alivio sintomático. En algunos casos, se prescriben antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) en forma de gotas para reducir la inflamación y el enrojecimiento.
Estos tratamientos son efectivos para controlar los síntomas leves y evitar la progresión de la enfermedad.
En situaciones más avanzadas o cuando el pterigión empieza a afectar la visión, la cirugía de pterigión se convierte en una opción. El procedimiento implica la extirpación del tejido anormal y, a menudo, se realiza bajo anestesia local.
Las técnicas quirúrgicas han avanzado significativamente, y ahora incluyen métodos que reducen la posibilidad de recurrencia, como el trasplante de conjuntiva o el uso de colirios específicos postoperatorios.
Por supuesto, es necesario que te sometas a un diagnóstico previo con ayuda de un oftalmólogo profesional antes de definir un tratamiento.
La posibilidad de eliminar el pterigión sin recurrir a cirugía depende en gran medida de su tamaño y etapa de desarrollo. En las fases iniciales, cuando el crecimiento es mínimo y los síntomas son leves, el uso de gotas oculares puede ser muy efectivo.
Estas gotas, que pueden ser lubricantes o antiinflamatorios, ayudan a reducir la irritación y el enrojecimiento, aliviando el malestar ocular.
Se trata de un enfoque conservador y es adecuado para muchos pacientes, especialmente para aquellos cuyo pterigión no interfiere significativamente con su visión o calidad de vida.
Sin embargo, es importante entender que mientras las gotas pueden controlar los síntomas, no eliminan completamente el pterigión.
Por ello, si el crecimiento avanza y comienza a afectar la visión, obstruyendo el paso de la luz o deformando la córnea, la cirugía se convierte en la opción más recomendada.
Son varias las medidas que pueden tomarse para prevenir esta afección ocular:
Cuidar tus ojos es vital para tu bienestar. Por ello, si notas algún síntoma de pterigión, no dudes en consultar a un especialista. Reserva una cita con nuestros especialistas en pterigión y mantén tus ojos en las mejores condiciones.
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